En un rincón escondido del bosque, vivían cuatro amigos con un lazo estrecho. Sapiens, el búho sabio, Astutus, el astuto zorro, Querulus, el ratón inquieto, y Saltus, el conejo travieso.
Un día, mientras compartían risas y cuentos, Saltus, el conejo, sintió algo en su nariz. Era una sensación extraña, algo que nunca antes sintió en su ser. Y, sin previo aviso, estornudó con tal fuerza que lo lanzó por los aires, aterrizando entre un montón de hojas secas.
El sorprendente estornudo dejó a todos con los ojos abiertos de par en par. Sapiens, el sabio, se acercó a Saltus y preguntó, «¿Qué te ocurrió, Saltus? Nunca antes te vimos estornudar de esa manera.»
Saltus, aún sacudiéndose las hojas de su pelaje, respondió con voz temblorosa, «No lo sé, Sapiens. Sentí algo extraño en mi nariz y simplemente tuve que estornudar. Fue tan fuerte que me hizo volar por el aire.»
Astutus, siempre curioso, se aproximó y dijo, «Este misterio debemos resolver. ¿Sabes por qué estornudaste de esta manera sin igual?»
Querulus, el ratón inquieto, asintió con emoción, «Sí, Saltus, cuéntanos el origen de tu estornudo sin igual.»
Saltus, tratando de recordar, dijo, «No tengo una respuesta, amigos. Fue como si algo en mi nariz se hubiera encendido repentinamente.»
Los amigos decidieron emprender una búsqueda, explorando cada rincón del bosque, estudiando a Saltus y preguntando a otros animales si habían experimentado algo parecido. Días pasaron y no hallaron respuestas claras.
Finalmente, después de muchas conversaciones y observaciones, descubrieron que Saltus no era el único que había experimentado estornudos inusuales en el bosque. Otros animales también habían tenido estornudos sorprendentemente fuertes y misteriosos en diferentes momentos de sus vidas.
Entonces, Sapiens, con su sabiduría, concluyó, «Estos estornudos no son únicos de Saltus, sino parte de algo más grande en nuestro bosque. Aceptarlos como un regalo de la naturaleza deberíamos, sin tratar de entenderlo al cien por cien.»
Astutus estuvo de acuerdo y dijo, «Tienes razón, Sapiens. A veces, la vida nos sorprende y no necesitamos una razón para todo lo que acontece.»
Querulus, el ratón inquieto, sonrió y agregó, «Así es, amigos. Disfrutemos de la magia del misterio, dejemos que la vida sea y celebremos su diversidad.»
Y así, los cuatro amigos, Sapiens, Astutus, Querulus y Saltus, aprendieron a abrazar el misterio y la singularidad de los estornudos de Saltus como parte de la maravillosa diversidad de la vida en el bosque. Comprendieron que no siempre es necesario conocer el origen de todo, y que a veces, las cosas más extraordinarias simplemente son. Continuaron viviendo aventuras y compartiendo risas en su querido rincón del bosque, apreciando la magia de lo desconocido. Cuando escuchaban el poderoso estornudo de Saltus, lo celebraban como una muestra de la belleza de la naturaleza y de su amistad inquebrantable.
