Los colores de las mariquitas

Los colores de las mariquitas

Había una vez un tranquilo y hermoso bosque, donde vivían criaturas de todos los tamaños y colores. Entre las más pequeñas y adorables de todas estaban las mariquitas. Eran criaturas diminutas, pero su presencia iluminaba el bosque con sus brillantes y coloridos caparazones. Sin embargo, no siempre fue así. En una época lejana, las mariquitas eran completamente grises y carecían de cualquier tipo de colorido.

La historia de cómo las mariquitas obtuvieron su color es una fábula que ha pasado de generación en generación en el bosque, y comienza con un personaje muy inesperado y gracioso: el señor Gorgojo.

El señor Gorgojo era un insecto peculiar que vivía en un rincón oscuro del bosque. Era famoso por ser el insecto más obsesionado con el color que jamás hubiera existido. Su caparazón era de un verde tan vibrante que parecía haber sido pintado a mano por el mismísimo arco iris. Pasaba sus días recolectando hojas de todos los colores imaginables y las atesoraba en su guarida secreta.

Un día, mientras el señor Gorgojo exploraba una pradera cercana, descubrió un campo lleno de flores de todos los colores del arco iris. Pero lo que más le llamó la atención fue una flor roja intensa que nunca antes había visto. Se acercó cautelosamente a la flor y decidió probarla. Para su sorpresa, el sabor era delicioso y completamente único.

El señor Gorgojo no podía creer su suerte. Pasó días enteros comiendo las flores rojas y pronto notó un cambio en su caparazón. Comenzó a volverse más y más rojo hasta que, finalmente, era tan rojo como las propias flores que había estado comiendo. Estaba tan emocionado con su nuevo color que decidió mostrarlo al mundo.

Un día, mientras caminaba por el bosque con su caparazón rojo brillante, se cruzó con un grupo de mariquitas grises que jugaban en una hoja. Las mariquitas, al verlo, se quedaron boquiabiertas. Nunca habían visto un insecto con un color tan impresionante como el del señor Gorgojo.

«¡Wow! ¡Miren mi color! ¡Soy el insecto más colorido del bosque!» exclamó el señor Gorgojo con orgullo.

Las mariquitas grises estaban asombradas y un poco celosas de su nuevo amigo. Querían ser tan coloridas como él. Le preguntaron al señor Gorgojo cómo había logrado obtener ese maravilloso color rojo, y él les contó sobre las flores mágicas que había encontrado.

Las mariquitas grises se miraron entre sí y, sin perder un segundo, se dirigieron al campo de flores rojas. Comenzaron a comer las flores con ansias, esperando obtener el mismo color que el señor Gorgojo. Pasaron días enteros devorando las flores, pero nada cambió. Sus caparazones seguían siendo grises.

El señor Gorgojo, al ver su desesperación, les explicó que solo él había adquirido ese color porque su cuerpo estaba preparado de manera única para asimilarlo. Les dijo que no podían obtener ese color rojo y que debían aceptarse tal como eran.

Las mariquitas grises se sintieron desanimadas al principio, pero pronto se dieron cuenta de que su verdadera belleza no provenía del color de su caparazón, sino de su amistad y su alegría. Eran conocidas en todo el bosque por su risa contagiosa y su capacidad para hacer reír a todos a su alrededor.

A medida que pasaba el tiempo, las mariquitas grises dejaron de obsesionarse con su color y empezaron a disfrutar de la vida en el bosque tal como era. Descubrieron que cada uno de ellos tenía un talento especial y que eran amados por quienes eran, no por cómo lucían.

Un día, mientras jugaban en una hoja junto a su amigo el señor Gorgojo, ocurrió algo sorprendente. Un rayo de sol atravesó las ramas del bosque y bañó a las mariquitas grises en una luz cálida y dorada. Al instante, sus caparazones grises comenzaron a brillar con destellos de colores brillantes y hermosos.

Las mariquitas grises no podían creer lo que veían. Habían adquirido una paleta de colores aún más hermosa que la del señor Gorgojo. Ahora tenían caparazones con patrones de rojo, amarillo, azul y verde, y se veían más hermosas que nunca.

El señor Gorgojo, al ver el asombroso cambio en sus amigos, se rió a carcajadas y dijo: «¡Nunca imaginé que el sol pudiera hacer milagros como este!».

Las mariquitas grises, agradecidas por su nueva belleza, nunca olvidaron la lección que habían aprendido. Descubrieron que la verdadera belleza venía de su interior y que no necesitaban cambiar su apariencia para ser especiales.

Desde entonces, las mariquitas se convirtieron en las criaturas más queridas del bosque, no solo por su hermosura, sino también por su alegría y su sabiduría. Y cada vez que veían al señor Gorgojo, le recordaban con cariño cómo su obsesión por el color había llevado a la increíble transformación de las mariquitas grises en las criaturas más coloridas y felices del bosque.

Y así, en el bosque tranquilo y hermoso, la historia de las mariquitas grises y su inesperado y gracioso origen de color se convirtió en una fábula que se contaba a las nuevas generaciones antes de ir a dormir. Enseñaba a todos que la verdadera belleza no reside en el color de nuestro exterior, sino en la amistad, la alegría y la aceptación de quienes somos en nuestro interior. Y con esta lección en sus corazones, todas las criaturas del bosque se fueron a dormir con sonrisas en sus rostros, sabiendo que eran amadas y especiales tal como eran.

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